Hace horas
que Titus B. corre con los ojillos de un libro a otro: del Libro Grande al Manuscrito Cifrado, del Manuscrito Cifrado al Libro Grande. Mordiéndose la lengua de intriga y
de placer mientras siente
recobrado al fin su lugar en el bosque.
Yo veo
pasar el tiempo sentada a su lado pero no muy cerca, que si no, no se concentra. Al menos cien luciérnagas han
acudido a la llamada de esas primeras que llegaron a dar luz al duende, y ahora nuestro diminuto rincón del bosque
está encendido por un día hecho de mil soles y una luna inmensa.
Espero a
que el duende diga algo. A que comparta conmigo un poco de lo
mucho que parece estar descubriendo, pero apenas si se le escapa algún ¡ajajá! y palabrejas rarísimas como Voynich… <<¡Ajajá, el Manuscrito Voynich! Si ya lo
sabía yo. Ya lo sabía yo...>>. Eso dice las veces que dice algo. Cuanto
resta lo llena con silencio, miradas de reojo y satisfacción grandísima en la
cara. Sabe que me muero de curiosidad y de aburrimiento y tiene pensado dejarme
morir un ratito más…
No sé de dónde sacas estos fragmentos pero brillan por su elección :) Personalmente, son muy inspiradores y la retórica es genial.
ResponderEliminarMuchos ánimos Lola!
Los saco de mi cabecita :D
EliminarEscojo un tema del que apenas sé nada pero me encantaría saber mucho... ¡y dejo que sea Titus B. el que me enseñe!
Gracias, Marc, gracias de nuevo. No sabes la ilusión que supone saber que alguien lee y valora tu trabajo :)
¡Un abrazo!