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Me llamo Lola y soy, igual que el protagonista de aquella novela de Rabih Alameddine, contadora de historias...

domingo, 24 de marzo de 2013

39. El bosque sin mí...


- Has perdido la cabeza.

Los ojillos del duende miran al frente, fijos en una parte cualquiera del infinito.

- La has perdido, mujercita.

Vistos así, de perfil y sin las lentes que los haga parecer tan grandes, semejan dos bolitas animadas perdidas en mitad de una nada que no reconocen.

A nuestros pies un mundo completo toma forma y vida. Sobre las cabezas solo azul. Un azul negrísimo ya. De noche. Y la luna redonda cual galleta plateada.

Las botitas negras del duende apenas recuelgan del balcón. Con lo chico que es. Casi no sobresalen del alféizar de la ventana. Pero está aquí, sentado junto a mí, agarrado miedoso a mis faldas.

- Ese hombre es el maestro.

Se vuelve para mirarme y soy yo ahora la que evito unos ojos muy tristes. A lo lejos un millar de lucecitas parecen haber encendido el bosque. Se mueven frenéticas de un lado a otro y por eso chocan muchas veces entre ellas y con los árboles. Son las luciérnagas...

Lo demás es quietud.

Nada parece haber cambiado allí abajo más que él y yo, que ya no estamos.

¿Qué ha de ser de nosotros, Titus B.?

domingo, 17 de marzo de 2013

38. El alquimista


Una capucha oscura le cubre la mitad del rostro. Casi no puedo verlo y, aún así, sería capaz de decirte que es muy guapo... ¡Cuando Titus B. despierte y descubra que he escrito esto se va a enfadar muchísimo! :)

Se llama Roger, el dueño de la voz ronca. El hombre alto y corpulento. El hombre de la tez dorada y la barba apenas cubierta por unas pocas canas. Se llama Roger y me lo dijo uno de estos amaneceres. El mismo que vencí al sueño y me puse de pie. Aquel que ayudada de sus manos grandes llegué hasta el inmenso ventanal que abre el muro oriental de la Torre del alquimista y se hace su dueño, mostrándome un bosque hecho a base de copas de árboles muy viejos y muy altos.

Del vuelo bajito de mil libros volantes.

Casi al pie de una luna que se moría...

Si hubiera vuelto la vista atrás habría encontrado a Nimue acurrucada junto al duende. Ya sé de qué están hechas las marcas que tiene en el cuello. Me lo dijo el hombre guapo de la capucha oscura que ve pasar su vida entre retortas y alambiques. Me lo dijo, que fue él quien la encontró una tarde en los confines de Brocelianda tirada junto al río que separa nuestro bosque de tu mundo.

La patita ensangrentada.

Un collar con pinchos de acero clavándose en su piel.

domingo, 10 de marzo de 2013

37. La Torre del viejo alquimista

Torre del alquimista

Nimue me hacía cosquillas en la nariz. Sin cansarse. Diligente. Habilidosa. Quería que abriera los ojos.

¿Dónde estamos?

Con los párpados pesados como piedras que trataran de llevar al condenado al fondo de un río, veía a la perrita mirarme desde arriba, desde lo alto de unos ojos que habían vuelto a sonreír.

¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

No sentía dolor. Ni siquiera cansancio. No sentía nada tendida sobre aquel lecho mullido salvo esa extraña languidez que luchaba por arrojarme de nuevo a los brazos del sueño... 

¿Y Titus B.?

La patita derecha de Nimue me selló los labios. Me decía no grites mientras sus ojos se detenían en algún punto más allá de mí.

El pequeño viejo estaba allí. Lo vi al volver la cara. Pegado a una chimenea muy grande en la que ardía el fuego que calentaba la estancia en penumbra que nos acogía. Tendido boca arriba, los bracitos extendidos y extendidas las palmas de las manos, sobre el Libro Grande que se había abierto de par en par para hacerle de cama.

Nimue...

Respiraba tranquilo, pero a la sombra de sus ojos dos surcos morados se habían ido abriendo camino.

¿Qué le pasa?

- Tan solo duerme.

Sentí un escalofrío correteando por mi cuerpo. Esa voz ronca, cuasi artificial, había salido de algún rincón indefinido de entre aquel montón de sombras al que no lograba llegar la luz de la candela.

Nimue se apartó de mi lado y corrió hasta ella para tenderse a sus pies, zalamera.

- Estáis en la Torre del viejo alquimista, muchachita hermosa.
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