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Me llamo Lola y soy, igual que el protagonista de aquella novela de Rabih Alameddine, contadora de historias...

domingo, 27 de enero de 2013

32. De Nimue y una estampa maravillosa

Magnolia en flor

¿Te ha pasado alguna vez que el sueño se haya ido de tus ojos mucho antes de que la noche acabe? ¿Te ha pasado que algo te hiciera adentrarte en el desvelo como quien se adentra en un túnel, a oscuras y a la fuerza?

A mí sí. Hoy. Antes. Fue por los pájaros. Volaban en desbandada huyendo de las pisadas de algún cazador furtivo. Fue su algarabía de alas la que me hizo abrir los ojos cuando el sol estaba más grande. Cuando de su luz no podría resguardarme por dentro de ninguna sombra... Sabía que los ojos se me derretirían como la cera puesta en un caldero al fuego. Sabía que no era mi hora. Ni la de Titus B., que dormía como era menester hecho un ovillo de algodón coloreado a la flaca sombra del letrero. Sin mantas que lo cubrieran, que los duendes no saben lo que es el frío. Y, sin embargo, ya no pude por más que levantarme del lecho de heno que tanto tiempo fue mi cama.

Amodorrada, busqué agua cerca con que lavarme la cara. Busqué hasta encontrarla hecha charquitos de rocío en las hojas dadas la vuelta de una vieja magnolia que ya estaba en flor. En flor, aunque todavía es enero... El contacto frío del líquido en la piel me devolvió la vida. Las ganas de abrir mucho los ojos y contemplar el espectáculo de un bosque que tan pocas veces había podido ver de día. Respiré hondo, dejando al fin a los pulmones rellenitos de perfume. Me arreglé las ropas y me peiné el cabello con los dedos. Despacio. Despacio. Y quise calzarme, los botines de terciopelo verde estarían a los pies del lecho. Estarían como siempre si es que una perrita de ojos infinitos no se los estuviera llevando en la boca, pícara, hasta donde acertaba a ver acabarse el camino.

Adónde vas con mis zapatos.

Corrí tras ella, descalza. Sintiendo en la planta de los pies medio desnudos el martirio de mil piedrecillas.

Pronto se apiadó de mí, frenó su carrera y dejó los botines en el suelo. Y me miró, me miró con aquellos ojos que parecían haber estado vivos desde el principio de todas las cosas. Al arrodillarme frente a ella tomó de nuevo los botines en la boca y me los dio. De sus dientes a mis manos. De las manos a mis pies. 

Perrita¿de dónde has salido? Acariciaba su cabecita de rizados cabellos. Su cabecita del color de la canela clara.

Anoche no estabas aquí... Eres libre, ¿verdad? Eres una criatura de Brocelianda... ¿Cómo te llamas?

Su pata izquierda se movió en la tierra. La removió. La removió y dio forma a una letra. La N. Y luego a otra diferente. Y otra. Y otra.

N I M U E

Te llamas Nimue, perrita linda. ¿Adónde ibas con mis zapatos?

Despegó de mis labios sus ojos. En todo aquel tiempo no había dejado de mirarlos. Sabe leerlos. Giró la cabeza a un lado y a otro. Y la imité. Miré a nuestro alrededor y descubrí, atónita, una estampa maravillosa. Una de esas que demasiado gustan de robar almas. Y arrobar espíritus... 

sábado, 19 de enero de 2013

31. Del Poimandrès

Hace ya rato que la noche se dejó caer sobre las ramas de Brocelianda y las volvió negras, con esa luna que sin miramientos ha traído hasta nosotros ausente, marchita.

Sentado aún bajo el letrero, desde lo alto del Libro Grande, el duende me mira. Desde el abismo color de letras que descansa en sus rodillas me mira y guarda silencio. Titus B.: el pequeño viejo.

Apoya las palmas de las manos en la tierra y toma aliento. Una docena de luciérnagas salidas de las sombras iluminan su cara y al Libro. Han venido hasta él como cada luna nueva, sin que las haya llamado siquiera. Han venido para ser su luz. Para que lea...

«...Con estas palabras, quedóse mirándome fijamente al rostro, de tal modo que me hizo temblar. Luego, cuando volvió a levantar la cabeza, me pareció ver dentro de mi propio espíritu la luz, que consistía en un número infinito de virtudes, convertida en un Todo ilimitado, mientras el fuego, rodeado y mantenido por una fuerza omnipotente, alcanzaba la estabilidad: esto fue lo que pude captar de aquella visión... Mientras yo estaba así fuera de mí, Él volvió a hablar: "Ahora has visto el espíritu, la forma primitiva, el origen, el principio de todo..."».

Hermes Trimegisto, Poimandrès (Corpus Hermeticum) 

martes, 15 de enero de 2013

30. El tres veces grande...

Hermes Trismegisto

«El espíritu brota de la sustancia de Dios (...); de qué naturaleza es esta sustancia, solo Dios puede saberlo con exactitud. Por tanto, el espíritu no está separado de la sustancia de Dios, sino que irradia de este su origen como la luz irradia del sol. En el hombre, este espíritu es Dios...».

Hermes Trismegisto, "el tres veces grande"

jueves, 10 de enero de 2013

29. Una marmita que cuece hombres

Marmita
Cuando las luces se apagaron en tu mundo el cielo entero se resintió. Lo sé porque lo vi. O tal vez se equivocan mis ojos y no fue así. Tal vez fue exactamente al revés. Me lo ha explicado el duende:

Que tú y yo y él. Y la tierra que pisas y las estrellas del firmamento. Todos somos parte, más o menos voluminosa, de una bola gigante en la que lo uno afecta a lo otro. En la que lo uno determina a lo otro. Y viceversa.

Una bola gigante.

O a lo mejor una marmita. Vapor y líquido encerrados a los pies de una tapadera y sobre un fondo metálico. Vapor el cielo. Líquido la Tierra.

El hombre aquello que entre ambos cuecen
.

martes, 8 de enero de 2013

28. Hoy


Anoche se apagaron las luces de tu mundo. Las vimos hacerlo todas a la vez. De una sola vez. Y de nuevo tu mundo a oscuras.

¿Qué haces tú hoy, cuando ya todo ha terminado?

¿Acaso sientes tristeza? ¿Acaso desamparo frente a la inercia de unos días que nunca se quedan quietos?

¿Qué sientes?

Porque ni para Titus B. ni para mí cambió nada en modo alguno en tanto tiempo. En la soledad no puede cambiar nada, salvo tu compañía. Pero para ti las calles se vistieron de colores, de música, de cantos. La gente a tu alrededor se adornó con sus mejores sonrisas. Lanzó al aire su voluntad. Te dio de regalo un montón de buenos deseos. ¿Adónde se fueron ellos hoy, esta tarde que te escribo mientras el duende se esconde a la espera de que el sol desaparezca del cielo y podamos continuar al fin el camino? ¿Adónde? ¿Siguen acaso ahí, contigo, encerrados entre las palmas apretadas de tus manos como un pajarillo? ¿O se han ido por el lugar del que llegaron, volubles criaturas de vida efímera, de ratos de alcohol olvidados?

martes, 1 de enero de 2013

27. Feliz Año Nuevo... :)


Feliz Año Nuevo

     Desde Brocelianda, con nuestros mejores deseos,

Titus B.

Lola
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