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Me llamo Lola y soy, igual que el protagonista de aquella novela de Rabih Alameddine, contadora de historias...

martes, 19 de junio de 2012

Las cenizas de Pompeya (II)

Giuseppe Fiorelli
Giuseppe Fiorelli

Se llamaba Giuseppe Fiorelli.

Estaba ya por aquel entonces bien andado el siglo XIX.

Y el mundo académico se disponía a nombrarlo primer director científico de las excavaciones de Pompeya.

Pompeya.

Nuestra ciudad de las cenizas. La tumba hecha de lava vomitada por un volcán.

Sus manos de arqueólogo la descubrieron intacta, dormida como estaba desde hacía más de 1.500 años entre las sábanas negras del sarcófago que le había regalado el viejo volcán, aquel Vesubio rico siempre vestido con su traje de pinos, de olivos, de viñas, que para ella no había sido nunca más que una montaña temblorosa.

Una montaña que no la sepultaría.

Y descubrió los moldes: los de los animales, los de los hombres.

Inyecta yeso, Giuseppe Fiorelli, en esos moldes. Y le salen los cuerpos. Y le salen las bocas abiertas. Y los dientes apretados. Y los brazos que luchan por agarrarse a la eternidad.

Él los saca de sus huecos vacíos.


Y los enseña al mundo. Y el mundo contemplará por vez primera unos fantasmas de escayola. El relleno de las almas que un día colmaron de vida una ciudad confiada que jamás llegó a pensar siquiera en la muerte. 

2 comentarios:

  1. Efectivamente, esta imágen es uno de los iconos más representativos de la pintura Pompeyana pero es más, estos frescos son un claro ejemplo de la pintura greco-romana en general y del "Cuarto Estilo Pompeyano" en particular. El ilusionismo, escenografía fantástica y aequitecturas fingidas hacen que este Cuarto Estilo sea el cúlmen de la perfecció de la pintura Antigua.

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